martes, 16 de agosto de 2011

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MALDITOS HIJOS

Yo soy el más imperfecto de los poetas que he conocido
que escribe con lápiz de piedra a la destrucción,
el humano menos hombre de todos los insensibles,
el herido de muerte por una cicatriz en la superficie
del lodo que cubre las paredes de un libro,
el escribidor más agónico de los muertos vivientes,
el menos niño de las almas sensibleras,
me pierdo en las tinieblas de los mares
que sordo me hacen beber agua salada,
y contemplo como cada hijo mío
cada día envejece más y más lentamente,
cómo pierden la belleza de la juventud
más y más lentamente,
y los odio porque también he envejecido
sin amamantarles una sola noche,
más y más lentamente,
porque jamás les he amado ni les he besado
más y más lentamente,
porque se han resbalado derramados por el corazón
oscuro de la máquina de escribir
más y más lentamente,
que cuando he visto a su madre se me ha caído al suelo
y mis hijos subnormales lloraron odiándome
más y más lentamente,
a través de los huesos de mi sepultura
y desgarran las entrañas de los gusanos que me devoran
más y más lentamente
en una lápida de papel blanco que se oscureció
al llegar la hora de escribir otro poema
más y más lentamente
sobre un incendio de cenizas que me quemó vivo
cuando mis hijos murieron el mismo día que su padre
más y más lentamente,
y me asfixiaron con la amargura que les había dejado en la sangre
ahogándose en las lágrimas de sus hijos
más y más lentamente,
hasta que llegaron los otros sepultureros
más y más y más lentamente
a desenterrar a las palomas que escribí en las tardes de invierno.

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